En Vespa y con pantalones

El Club Vespa de Llanes va a rendir el próximo sábado un homenaje a María Teresa Llaca Álvarez, de 90 años y vecina de Posada. ¿El motivo? Haber sido la primera mujer de la comarca que se compró una Vespa, allá por el año 1953, y que todavía conserva en la profundidad del garaje de su casa familiar, llamada Villa Josefina y nombrada entre el vecindario como de los Cuatro Vientos.
La moto, con matrícula de Bilbao y número 19.044, se la compró su padre, José Llaca, para que pudiera desplazarse todos los días al pueblo de Riocaliente, donde ejercía como maestra. Y es que la Vespa comenzó a fabricarse en Italia por la firma Piaggio hace ahora 63 años y fue concebida como un «vehículo destinado a solventar los problemas de transporte individual».
Hasta ahí la teoría le encajaba a María Teresa como anillo al dedo. Y ayer comentaba que aquel vehículo le había dado «libertad de movimientos», al tiempo que añoraba sus «visitas a los pueblos cercanos y los desplazamientos hasta Ribadesella, Llanes y Gijón».
María Teresa Llaca nació en la ciudad mexicana de Tampico, perteneciente al estado de Tamaulipas, limítrofe con Veracruz. A los cinco meses viajó a España y nunca más regresó al país azteca. Cursó bachiller en Madrid y Valladolid. Cuando estudiaba Químicas en Madrid quedó huérfana de madre, cambió de carrera y «acabé Magisterio en dos meses y medio», comentaba ayer. Más tarde se dio cuenta de que «la profesión de maestrina me produjo satisfacciones porque vi que me gustaba enseñar».
Y a la enseñanza le dedicó 40 años: dos en la aldea de Peralejos de las Truchas, en Guadalajara; otros dos en Riocaliente; 16, en Niembro y los últimos 20, en Posada.
Y por encima de otras muchas consideraciones María Teresa se considera una mujer «rompedora». En la villa de Posada fue pionera en «adquirir una moto, ponerme pantalones y hasta en casarme de blanco en la iglesia parroquial». Y es que en aquellos años «las novias de blanco se casaban exclusivamente en Covadonga, lo cual era una estupidez», matiza. De las mujeres que la criticaron por vestir pantalones comenta que «más tarde los acabaron poniendo ellas, con el inconveniente de estar ya muy entradas en años y de lucir 'cartucheras'».
Esta 'vespera distinguida' valora el homenaje que le van a rendir el sábado como «gracioso y simpático» y volviendo la vista atrás explica que «me volvería a subir en la Vespa». Más de 50 moteros irán a recogerla a su casa y le van a dar escolta en su viaje hasta Llanes. Ella se va a desplazar en coche y acompañada por sus familiares.
Ayer, amparada por sus perros 'Carina' y 'Pitusa', «mis mejores amigos», recordaba dos accidentes que tuvo con su Vespa. El primero en Bricia, cuando «choqué contra un burro y su dueño». De allí la llevaron para el hospital «con fractura de clavícula y del parietal izquierdo». Al reponerse «saqué el carné de conducir, en Santander». El segundo incidente, de menor gravedad, se produjo en Quintana y «aunque se me desencajó el maxilar, volvió a colocarse solo en su sitio».