Vitoria-Haro en Vespa
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Vitoria-Haro en Vespa
El Vespa Club Vitoria rememoró el pasado sábado el encuentro con el Vespa Club Logroño en Haro celebrado hace 50 años
A las 14.00 h. del pasado sábado aparecieron en la Plaza de la Paz, ascendiendo por la calle Navarra, una hilera de motocicletas Vespa.
Nada más aparcar en fila las ocho motos clásicas que llegaron a Haro algunos curiosos se acercaron para contemplarlas.
Muchos tuvieron una moto de esas en su juventud y la recuerdan, otros admiraron el buen estado de unos vehículos de dos ruedos con no menos de 30 años de vida y a los niños les atrajo el arcoíris que de pronto se ha formó en el centro de la localidad.
El uniforme de los motoristas no dejó lugar a dudas, se trataba del Vespa Club Vitoria, renacido este mismo año después de su fundación en 1956. Su viaje desde la capital vasca a la capital de Rioja Alta es la segunda excursión del club, que se reúne una vez al mes para viajar por rutas singulares.
Anteriormente han viajado hasta el santuario de Aranzázu en Guipúzca, pero la de Haro es una excursión especial porque rememora el encuentro que hace casi medio siglo realizaron aquí el Vespa Club Vitoria y el desaparecido Vespa Club Logroño, y es que esta salida era típica en los antiguos socios del Vespa Club Vitoria en los años 50 y 60.
Para ser socio de tan curioso club el requisito es tan lógico como imprescindible: ser propietario de una Vespa “histórica”, de una Lambretta pero de “chapa”, es decir, de las construidas entre 1946 y 1975. El club vitoriano lo forman actualmente una veintena de apasionados de este modelo de motocicleta. La mayoría son coleccionistas que se divierten adquiriendo viejas y descacharradas motos y restaurándolas. Como la de Julius, una Vespa 160 repintada de amarillo y blanco y con matrícula de Logroño, o la GT160 naranja de Vicente o la verde TV175 de Javi. Pero entre las Vespa que poseen y con las que adornan la carretera hay hasta una Lambretta 150 con sidecar, la que posee José como un tesoro.
Nada más aparcar en fila las ocho motos clásicas que llegaron a Haro algunos curiosos se acercaron para contemplarlas.
Muchos tuvieron una moto de esas en su juventud y la recuerdan, otros admiraron el buen estado de unos vehículos de dos ruedos con no menos de 30 años de vida y a los niños les atrajo el arcoíris que de pronto se ha formó en el centro de la localidad.
El uniforme de los motoristas no dejó lugar a dudas, se trataba del Vespa Club Vitoria, renacido este mismo año después de su fundación en 1956. Su viaje desde la capital vasca a la capital de Rioja Alta es la segunda excursión del club, que se reúne una vez al mes para viajar por rutas singulares.
Anteriormente han viajado hasta el santuario de Aranzázu en Guipúzca, pero la de Haro es una excursión especial porque rememora el encuentro que hace casi medio siglo realizaron aquí el Vespa Club Vitoria y el desaparecido Vespa Club Logroño, y es que esta salida era típica en los antiguos socios del Vespa Club Vitoria en los años 50 y 60.
Para ser socio de tan curioso club el requisito es tan lógico como imprescindible: ser propietario de una Vespa “histórica”, de una Lambretta pero de “chapa”, es decir, de las construidas entre 1946 y 1975. El club vitoriano lo forman actualmente una veintena de apasionados de este modelo de motocicleta. La mayoría son coleccionistas que se divierten adquiriendo viejas y descacharradas motos y restaurándolas. Como la de Julius, una Vespa 160 repintada de amarillo y blanco y con matrícula de Logroño, o la GT160 naranja de Vicente o la verde TV175 de Javi. Pero entre las Vespa que poseen y con las que adornan la carretera hay hasta una Lambretta 150 con sidecar, la que posee José como un tesoro.
Viaje en el tiempo
El viaje a Haro salió desde Vitoria a las 10.45 h. Pasaron por el Puerto de Zaldiarán, recogieron a Rebeca con su Vespa Primavera en Miranda de Ebro, donde también se engancharon Íñigo con su Vespa 150 S y José con su sidecar, que salieron tarde de Vitoria, y a continuación llegaron a Haro, donde almorzaron.
La expedición la formaron, además, Txetxu, Javi y Vicente con sus Vespa 160 GT, Julio a lomos de su 160 y Asier en su Lambretta 150 Scooterlinea.
El pelotón circula por carreteras secundarias para así poder disfrutar más del viaje, además de hacerlo de forma más segura porque hay menos tráfico. A Haro llegaron por la carretera de Ircio, sufriendo el viento lateral y los baches del asfalto. Ya en la Plaza de la Paz, el Vespa Club Vitoria se encuentró con el jarrero Txemalari, propietario de una Vespa 125 N del año 1958 y al que conocen gracias al foro de internet de Vespania. Poco después los motoristas regrasaron a Vitoria por donde vinieron, emprendiendo la vuelta con el objetivo de comer en Álava. Cerrando el grupo siempre va Txetxu, presidente del club, que viste un chaleco reflectante que avisa a los demás usuarios de la vía que se acercan a toda una excursión de enamorados de la Vespa. Ver la serpiente multicolor que forman sobre la calzada es un espectáculo, todo un viaje en el tiempo.
El uniforme de los motoristas no dejó lugar a dudas, se trataba del Vespa Club Vitoria, renacido este mismo año después de su fundación en 1956. Su viaje desde la capital vasca a la capital de Rioja Alta es la segunda excursión del club, que se reúne una vez al mes para viajar por rutas singulares.
Anteriormente han viajado hasta el santuario de Aranzázu en Guipúzca, pero la de Haro es una excursión especial porque rememora el encuentro que hace casi medio siglo realizaron aquí el Vespa Club Vitoria y el desaparecido Vespa Club Logroño, y es que esta salida era típica en los antiguos socios del Vespa Club Vitoria en los años 50 y 60.
Para ser socio de tan curioso club el requisito es tan lógico como imprescindible: ser propietario de una Vespa “histórica”, de una Lambretta pero de “chapa”, es decir, de las construidas entre 1946 y 1975. El club vitoriano lo forman actualmente una veintena de apasionados de este modelo de motocicleta. La mayoría son coleccionistas que se divierten adquiriendo viejas y descacharradas motos y restaurándolas. Como la de Julius, una Vespa 160 repintada de amarillo y blanco y con matrícula de Logroño, o la GT160 naranja de Vicente o la verde TV175 de Javi. Pero entre las Vespa que poseen y con las que adornan la carretera hay hasta una Lambretta 150 con sidecar, la que posee José como un tesoro.
La expedición la formaron, además, Txetxu, Javi y Vicente con sus Vespa 160 GT, Julio a lomos de su 160 y Asier en su Lambretta 150 Scooterlinea.
El pelotón circula por carreteras secundarias para así poder disfrutar más del viaje, además de hacerlo de forma más segura porque hay menos tráfico. A Haro llegaron por la carretera de Ircio, sufriendo el viento lateral y los baches del asfalto. Ya en la Plaza de la Paz, el Vespa Club Vitoria se encuentró con el jarrero Txemalari, propietario de una Vespa 125 N del año 1958 y al que conocen gracias al foro de internet de Vespania. Poco después los motoristas regrasaron a Vitoria por donde vinieron, emprendiendo la vuelta con el objetivo de comer en Álava. Cerrando el grupo siempre va Txetxu, presidente del club, que viste un chaleco reflectante que avisa a los demás usuarios de la vía que se acercan a toda una excursión de enamorados de la Vespa. Ver la serpiente multicolor que forman sobre la calzada es un espectáculo, todo un viaje en el tiempo.
El uniforme de los motoristas no dejó lugar a dudas, se trataba del Vespa Club Vitoria, renacido este mismo año después de su fundación en 1956. Su viaje desde la capital vasca a la capital de Rioja Alta es la segunda excursión del club, que se reúne una vez al mes para viajar por rutas singulares.
Anteriormente han viajado hasta el santuario de Aranzázu en Guipúzca, pero la de Haro es una excursión especial porque rememora el encuentro que hace casi medio siglo realizaron aquí el Vespa Club Vitoria y el desaparecido Vespa Club Logroño, y es que esta salida era típica en los antiguos socios del Vespa Club Vitoria en los años 50 y 60.
Para ser socio de tan curioso club el requisito es tan lógico como imprescindible: ser propietario de una Vespa “histórica”, de una Lambretta pero de “chapa”, es decir, de las construidas entre 1946 y 1975. El club vitoriano lo forman actualmente una veintena de apasionados de este modelo de motocicleta. La mayoría son coleccionistas que se divierten adquiriendo viejas y descacharradas motos y restaurándolas. Como la de Julius, una Vespa 160 repintada de amarillo y blanco y con matrícula de Logroño, o la GT160 naranja de Vicente o la verde TV175 de Javi. Pero entre las Vespa que poseen y con las que adornan la carretera hay hasta una Lambretta 150 con sidecar, la que posee José como un tesoro.
Fuente; Sietesemanal
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